sábado, 7 de agosto de 2010

adiós mi corazón

Aún recuerdo cada fracaso, cada parte de los detalles que los componían. Aún recuerdo cada pequeña victoria, fueron aquellas que podría contar con los dedos de mi mano derecha, sí, esa mano que apretaba peluches contra el pecho o que simplemente rompía objetos sin ton ni son. Como olvidar cada engaño, cada noche observando la luna, cada mañana escondida entre la gente y cada día con intentos de vivir fallidos. Puede que mi corazón navegue lejos, puede que ya nade entre los mares de otro mundo, puede que ahora mismo no tenga corazón a excepción de un pequeño trocito que conservé del anterior. Pero los recuerdos, las risas, los malas jugadas, están ahí. Las elecciones equivocadas, las ganas de huir, los paseos a media noche, se aferran a mí al igual que yo me aferro a ellos. Y aun que cada parte de mi ser viaje lentamente en el tiempo, ellos siempre formarán parte de este presente que en un futuro pertenecerá al pasado. Y aun que ya no duela, aun que gracias al gusto de no poder sentir pueda esquivarlos, sé que siempre volverán para que sueñe junto a ellos. Y aun que sea un alma desierta, siempre quedará la chispa que me hará levantarme tras las puestas de sol, la diferencia es que, ahora no pertenezco a ningún mundo que no gire respecto al mío, no pertenezco a aquellos sitios dónde jamás quise ir. Pertenezco, en cuerpo y alma, simplemente a esa pequeña chispa que me hará reír en los días malos, que evitará mis llantos durante horas interminables y que, me dedicará sonrisas cuando mi cuerpo desee reír. Mi único afán es hacer ese pequeño trozo un poquito más grande, hasta que finalmente, reúna trocito a trocito un nuevo corazón. Y aun que puede que te anhele en las oscuras y frías noches de este invierno, aun que la falta de tu función vital me empuje al vacío, me dispongo a despegar sin el peso de tu frialdad, así pues me despido. Adiós, mi viejo y oxidado corazón.

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